Los diccionarios en nuestro vernáculo, no registran el término EGREGORA, del griego “egregorien” -vigilar-. Sin embargo Rizardo da Camino, de forma concisa en su Diccionario Masónico, así se refiere a esta realidad sensible y actuante, en el ritualismo masónico: “Cuerpo Místico que se forma con sus propias peculiaridades, después de la apertura del Libro Sagrado, cuando todos se unen con las mentes para el acto de crear”.

Por la unidad de manifestación se presenta como un cuerpo. La clarividencia, lo describe con forma luminosa y majestuosa, la sensibilidad común lo percibe como “aquel clima” armonioso, reconfortador y mágico que se manifiesta en las logias durante el trabajo. En ambos casos, esa imponderabilidad, por los actuales métodos de ciencia oficial, lo adjetivo de místico. Por tanto “Cuerpo Místico” no significa algo creado por la imaginación exaltada, pero si un “ente” real, sensible y actuante, creado por la materia bajo los impulsos de corazones sintonizados entre sí y en diapasón con las esferas superiores y con el G.A.D.U.

El surgimiento de ese “ser” material formado por la congregación, en el momento y por ocasión de apertura y lectura del Libro Sagrado en logia formada, atribuye a los trabajos masónicos un carácter místico, diferenciándolos de todos los otros tipos de reuniones de personas, en cualquier otras circunstancias.

Al reunirse en templos, a cada trabajo, en el decorrer de las menudencias del grupo y de la lectura referente al grado, se manifiesta esa superestructura, actuando como un campo protector, en relación y beneficio de sus formadores, bien y como también de un canal vehicular de los objetivos propuestos en la sesión.

La Egregora, etérea es real, en su percepción, debe ser comprendida el resultante de la magia espiritual y de emocionalidad, y mentalidad humanas. Bajo una orientación ritualística. No pudiendo por la inefabilidad de esas sutilezas, ser rotulada, hasta porque la mismas asume “formaciones” diferentes en recurrencias y en conformidad con las circunstancias en que se forma y se manifiesta.

Al anunciar, que la logia está debidamente constituida, el maestro de ceremonias, declara la primera condición la formación de la Egregora. En la secuencia o diálogo de apertura, entre los oficiantes, a la par de producir la armonización de los participantes con la finalidad de los trabajos que ahí se realizarán, se invoca la presencia de las huestes divinas, ocurriendo por el ritual la apoteosis cuando bajo el palio formado, la lectura, la conjugación de la Luces Emblemáticas y los auspicios del G.A.D.U. hace surgir la luminosa Egregora de la logia, que por ser masónica, es la Egregora Masónica.

Esa entidad protectora, temporalmente formada, que conforta y equilibra las mentes y los corazones, por surgir con la apertura y lectura del libro sagrado asume especificaciones propias de grado en que fue abierta la logia. Lo que la evidencia no proporcionaría la formación de una Egregora y las sesiones masónicas serían meras reuniones sociales sin aspectos espirituales.

Una vez formada, y hasta que se deshaga, por el cierre de logia, actuará como ente recepcionador de energías espirituales, supliendo los desgastes físicos y mentales de los presentes y transmutando a todos los que participan de la apertura de los trabajos en órganos luminosos de recepción y transmisión armoniosa de amor, verdad, paz y justicia en todos los planos en que actuará ese “cuerpo místico”. Siendo aún un manto protector en cobertura de logia de las “indiscreciones profanas” dentro y fuera del Templo.

¿Porqué estamos a considerar sobre un ente mágico y etéreo, fruto de sinergismo de hombres reunidos en la práctica de un ritual, ya que la masonería tradicionalmente fue y es una institución práctica comprometida con el Arte Real, objetivando la realidad de perfeccionamiento moral, social y espiritual? Solo muy recientemente, probablemente por el efecto del aura de la Nueva Era. Los hombres libres y de buenas costumbres osaron escudriñar, con las luces de mente y con el corazón abierto, secretos espirituales que existen esparcidos dentro de los templos recolocando a la luz una tradición perdida dónde la magia de la Egregora, a pesar de inefable, no es menos real o mágica de lo que es nuestra vida cotidiana llevada a la inconsciencia por el comienzo de repetición.

Siendo la Egregora Masónica como un fruto que resurge de la congregación de fuerzas, mentes y corazones en condiciones especiales, en ella influyen factores circunstanciales como luminosidad, sonoridad, perfumes y decoración del Templo; los cuales afectan sensiblemente los sentidos de los presentes, armonizando y creando un ambiente apropiado. Ciertamente por la conjugación de esos factores variables, la Egregora a cada manifestación, presentará peculiaridades que varían al infinito, aunque siempre dentro del diapasón masónico, en la frecuencia impuesta por los maestros del 7º Rayo, o de ritualística de hombres libres de buenas costumbres.

La sexualidad, por la dominante influencia que ejerce sobre los cuerpos sutiles y sobre los sentidos, cuyo dominio aún se presenta imperfecto en el actual estado evolutivo de la Humanidad, también debe ser considerado como elemento determinante en la formación y actuación de la egrégora. tal vez haya una profunda sabiduría oculta bajo la prohibición por los Landmarks, de la presencia femenina en nuestras logias masónicas, al considerar el fluido creador y reproductor, emanado del hombre incompatibles con el receptivo y “sui generis” misticismo femenino.

Ya que mencionamos un Landmark, recordemos que las marcas de tierra, recopiladas por Mackey, en sus 25 artículos, son responsables por la manutención tradicional de nuestra Orden y son indudablemente necesarios para el desempeño e indispensables a la existencia de la Sublime Institución. No en tanto es la Egregora Masónica el alma vibrante y vivificadora de la logia, que se manifiesta como el espíritu realizador de asamblea de hermanos reunidos en nombre del G.A.D.U., a fin de combatir la ignorancia, levantar templos a la virtud y promover la verdadera fraternidad, revelando la real dimensión del compromiso masónico y la importancia de los trabajos y de la presencia de los hermanos en Logia.

Analogías objetivando esclarecer “entes” sutiles puede inducir por la imperfección verbal, a conceptos aberrantes. No en tanto hasta para que vislumbremos, por exclusión, lo que sea la Egregora Masónica, diremos que no es la “multitud” cuya psicología también expone Gustavo Le Bon, relatándola como movida por una superestructura, y cual actuando de forma solidaria, se transforma en bestia feroz, que por la exaltada emocionalidad y diminuta racionalidad, bajo el comando de una palabra de orden, tanto aplaude como condena.

No se adapta también a la demostración física de pequeños imanes que cuando están reunidos resultan en otro mayor que absorbe las polaridades integrantes. No exista una Egregora magnética.

La moderna ciencia de “Gelstalt” donde la articulación y coordinación de las partes por la potencialización, es mayor que la simple suma de los integrantes incluidos en el sinergismo humano como de otras estructuras, no retrata ni debe conceptuar la Egregora Masónica.

Además de los ejemplos ofrecidos, podemos acrecentar el esfuerzo de la conceptuatización, la de una configuración “peculiar” estructurada por fuerzas, mentes y corazones, con la característica mística de atraer por el ritualismo iniciático y por ser objetivo masónico, la especial atención de otros planos y del G.A.D.U.

Si necesitábamos de palabras, en un juego de afirmaciones y negaciones que nos induciese al “insight” conceptual de verdad, así fue. Mientras tanto, recordemos al apóstol Pablo, doctrinando a los Corintios: “La letra mata y el espíritu vivifica”.